No eres tú, nos pasa a todos.
Es normal que desconectes cada vez que alguien suelta una frase-cliché sobre el trabajo en equipo:
– La unión hace la fuerza.
-¡Juntos somos imparables!
-No hay “yo” en equipo.
O mis dos favoritas:
-El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo gana campeonatos.
-Trabajando solo se llega más rápido, pero en equipo se llega más lejos.
Uau.
Es lo mismo que cuando alguien vuelve de vacaciones, le preguntas qué tal y te responde “He cargado pilas”; o cuando un ganador de la lotería se pone profundo y asegura que usará esa millonada “para tapar agujeros”.
Has oído tantas veces lo mismo que ya no te dice nada.
Por eso, la mayoría de elogios hacia el trabajo en equipo te suenan a palabras huecas.
¿Bonitas? Mucho. ¿Efectivas? Solo cuando van acompañadas de hechos reales.
El 5 de agosto de 2010 una noticia dio la vuelta al mundo: 33 mineros habían quedado atrapados a 700 metros bajo tierra en la mina chilena de San José. El rescate parecía una utopía, pero 69 días después, los 33 mineros salieron con vida. Todos. Sin excepción.
Espoiler: no fue una sola persona quien lo consiguió. Clark Kent no se quitó las gafas para convertirse en Supermán.
No hizo un túnel con su mirada-láser. No salió volando con todos los mineros cargados a la espalda.
El mérito fue de un equipo global coordinado.
El gobierno chileno, la NASA, expertos en perforación de Canadá y Alemania, ingenieros de diversas partes del mundo… todos trabajaron juntos renunicando al protagonismo.
Hicieron turnos de 24 horas, compartieron decisiones, sacaron lo mejor de sí mismos para lograr un objetivo común: sacar a todos los mineros con vida.
Eso es trabajo en equipo.
A eso se refería Alfredo di Stéfano cuando dijo: “Ningún jugador es tan bueno como todos juntos.
”Desde el 2021, es la frase que preside la salida del túnel del Santiago Bernabéu. Y no son palabras huecas, porque vienen de alguien que no solo fue una leyenda. En el terreno de juego, Di Stéfano era líder, pero también sabía ser parte de un todo. Cuando tocaba, corría como el que más, empujaba, asistía, sufría por el equipo.
Moraleja: nadie, por brillante que sea, ganará un partido sin contar con los demás.
¿Quieres otro ejemplo? Teclea “castellers” en google. Contempla unos segundos las imágenes y dime de qué sirven los egos individuales cuando se trata de alcanzar el cielo.
El trabajo en equipo no es un hashtag guay. Es la diferencia entre avanzar o quedarte estancado. Entre caer y levantarte. Entre salvar a uno o salvarlos a todos.
Y sí, a veces el ego estorba. Porque cuesta reconocer que juntos funcionamos mejor. Que no necesitas brillar más, sino conectar mejor.
Así que la próxima vez que hables de equipo, no recurras a las frases-cliché. Simplemente, aparca las vanidades y asume que es mejor entre todos. Como Di Stéfano. Como en la mina de Chile. Como los castellers.
Como tantos que entienden que el YO gana medallas, pero el NOSOTROS cambia destinos.
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